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Por La puntada .

(Quim Cervera) En un reciente programa, Singulares, el periodista Jaume Barberà entrevistó a la benedictina Teresa Forcades. El programa ha sido visto y revisto por mucha gente. Pienso que, en buena parte, porque la religiosa apunta una triple crítica al capitalismo, con una claridad, pedagogía, legitimidad y credibilidad de alto nivel. En primer lugar destapa la mentira que el mercado sea libre (tal como se cree, se dice y se dogmatiza), ya que hay unas grandes empresas en el mundo que lo condicionan enormemente. En segundo lugar pone al descubierto otra falsedad en que se basa el sistema económico establecido. Desmantela la tesis que afirma que las personas actuamos siempre por el estímulo del dinero y del beneficio materialista. Según la benedictina Teresa las personas tenemos muchas otras motivaciones para realizar nuestras actuaciones e incluso para crear empresas. Finalmente, expone que el capital se lleva una buena parte de lo que producen los trabajadores en una empresa. Y citó la plusvalía de Marx como una crítica ya bastante conocida. La verdad es que estuve contento de que por fin, después de muchos años, y de manera pública alguien citara Marx. Y no es tan seguro que esta critica marxiana al capitalismo sea tan conocida, sobre todo para las nuevas generaciones, que quizás ni siquiera lo han estudiado. Una prueba de ello es el desconocimiento que tienen muchos de los participantes del 15-M. Marx después de la caída del muro del este alemán y de la URSS, ha quedado si no desprestigiado, muy olvidado. Es una lástima, ya que con la caída de los países que justificaban su régimen con el pensamiento marxista (que de hecho en muchos de sus elementos no le siguieron), actualmente tenemos la posibilidad de volver a un Marx no condicionado por estos regímenes autoritarios y estatalistas. Y precisamente necesitamos a Marx para analizar qué nos pasa. No sólo a Marx, claro. El pensamiento analítico social ha avanzado posteriormente, pero la teoría de Marx en la sociología, como la de Freud en psicología, tiene una pregnancia y unos descubrimientos básicos que no podemos de ninguna manera despreciar. Por eso celebro y felicito a Teresa Forcades, de una generación diferente que la mía que vivió la hegemonía del marxismo en los análisis, estrategias y cultura de la izquierda en tiempos de la transición; ella se ha atrevido a citarle de una manera positiva y creo que fresca y nueva. Quizás en mi generación nos cogimos Marx de una forma demasiado dogmática y crédula. Hoy en día quien lo lea puede usarlo como una aportación adecuado para conocer muchos de los fenómenos que nos pasan. A la vez así podemos reconectar el pensamiento de varias generaciones, y el diálogo puede ser fecundo para ofrecer a los movimientos sociales y a la población herramientas de conocimiento y guías para la acción. Por ejemplo el abismo cada vez mayor entre unos pocos en el mundo que tienen las grandes riquezas, y una mayoría pobre, que ya había anunciado Marx, porque estaba en la entraña misma del capitalismo, se está dando desde hace tiempo en nuestro planeta. También apuntaba a la imposible regeneración del capitalismo, que está basado en el afán de lucro; por tanto no nos deben extrañar este conjunto de hechos que ahora observamos con más claridad, gracias a la crisis. Ya estaba en los planteamientos marxianos el sentido evolutivo de los sistemas económicos -el capitalismo ya es un paso adelante en referencia al feudalismo-, y la necesidad de caminar hacia la sociedad socialista. También el análisis de la dinámica social sobre la base del conflicto de clases, aunque hoy en día tenga que ser completado por los conflictos de género, étnicos-nacionales, generacionales y otros, es fundamental para entender qué nos pasa. Sé que todavía muchos de nuestros dirigentes eclesiásticos tienen una visión negativa de Marx o sólo ven los aspectos éticos, y ateos, sin haberlo leído. Mucha gente de Iglesia ha confundido Marx y su propuesta de sociedad comunista con los países dictatoriales del este europeo y sigue teniendo aversión al análisis de la realidad cuando parece que nos puede dar elementos no del todo digeribles según las nuestras perspectivas o intereses. Mucha gente conoce Marx a través de sus detractores y no ha entendido el fondo humano y humanizador que le movía ni su perspectiva científica, aunque como todo científico, tenga sus subjetividades, errores, y perspectivas sesgadas según su psicología, intereses, ideas, intuiciones, emociones y las circunstancias que le tocó vivir. Espero, pues, que Teresa Forcades y otros intelectuales orgánicos y prácticos nos ayuden con las aportaciones de Marx y otros, a encontrar las herramientas transformadoras de esta realidad social injusta.

Quim Cervera. Sociólogo y cura

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