Jeremías y Josías

El texto del libro de Jeremías, que generalmente se conoce por "La vocación" es el que leemos en la primera lectura de hoy (Jr 1,4-5.17-19). Al igual que el relato de vocación de Isaías (6), también encontramos una referencia temporal para resaltar que la vocación se inscribe en un tiempo concreto, indicando con ello que es del todo real. Aquí el tiempo de que se habla es el reinado del rey Josías

Este monarca gobernó al estado de Judá alrededor de los años 640-609 aC. En el momento en que subió al trono, Egipto estaba immerso un gran resurgimiento político. En 656 aC. Psammético I emprendió una gran campaña expansionista por la parte oriental de su imperio. Esta expansión fue posible por el debilitamiento del imperio asirio, que empenzó a menguar por la presión de las tribus escitas en las fronteras septentrionales del imperio y por la guerra civil dentro la misma Asiria el año 623 aC., después de la muerte del último gran rey Asurbanipal (669-627 aC.). A esto hay que sumar la incipiente independencia de Babilonia, que acabó siendo el nuevo imperio dominante.

Josías aprovecho las horas bajas de Asiria para iniciar una gran campaña militar que recuperara para el estado de Judá lo que había sido el antiguo reino del norte, Israel. Lo consiguió en gran parte porque llegó hasta el santuario de Betel (2 Re 23,4.15) e incluso hasta Samaria, si se da crédito a 2 Re 23,19.

A la campaña militar hay que sumar la reforma religiosa descrita en el segundo libro de los Reyes (cc.22 y 23). Todo empezó con el encuentro del libro de la Ley durante unas obras en el templo. Considerando el contenido de la reforma de Josías: abolición del culto idolátrico, establecimento del templo de Jerusalén como único lugar de culto y exaltación de la alianza y la descendencia de David, todo lleva a pensar que se trata del Deuteronomio. El rey pensaba que la observancia de la Ley sería la garantía de la supervivencia del pueblo de Israel. Josías reunió al pueblo de Judá para hacerle jurar que se sometería a los mandamientos detallados en el libro descubierto. Lo primero que hizo Josías fue purificar el culto a Yahvé y el primer objetivo fueron los rituales idólatras practicados en Jerusalén, incluso dentro del templo. Siguieron los santuarios y cultos dedicados a los dioses extranjeros, esparcidos por las zonas rurales de Judea. No se detuvo hasta llegar a Betel, el gran santuario del reino del norte que, a fin de que los israelitas no fueran a Jerusalén, había sido construido por Jeroboan. En definitiva se trataba de anular cualquier vestigio de la antigua dominación extranjera, simbolizada por la presencia del culto a los dioses extranjeros. A todo esto hay que añadir el restablecimiento de las fiestas nacionales más significativas.

La campaña militar fue acompañada de la correspondiente propaganda. Por ello se reelaboraron antiguas tradiciones de Israel o se crearon nuevas, que justificaran la unificación de Israel y Judá, norte y sur: la promesa de la tierra que Dios prometió dar a los descendientes de Abraham, la conquista de Josué, la unificación del territorio en tiempos del rey David. La animadversión contra Egipto, que tenía pretensiones sobre el territorio, se reflejará en las narraciones del Éxodo.

Es muy probable que Jeremías participara en la reforma de Josías. Aunque no haya datos, hay elementos en la predicación del profeta, que coinciden con el espíritu de la reforma de Josías. Respecto a la alianza hay que recordar el famoso texto de la alianza del corazón (31,31-34) y 11,2-5; el culto (7), la idolatría (10 0,1-5; 17,1 s), el reino del norte regido por un descendiente de David (30,8 s; 33,14 s). La reforma duró lo que duró Josías. Los reyes posteriores no la secundaron. El texto que leemos hoy advierte a Jeremías de los enemigos que se encontrará: los que siempre están en contra de toda reforma y los que surgirán cuando fracase. De los sufrimientos anunciados y que tuvo que sufrir Jeremías el libro deja una abundante constancia.

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3 de Febrero de 2013