Pasar al contenido principal
Por Lluís Serra Llansana .
En Gerasa

La gastronomía ha hecho grandes progresos y ha sofisticado sus creaciones con la presentación de platos muy atractivos, en algunos casos a la caza de las estrellas Michelin. La literatura que se exhibe en las cartas y menús sigue esta tónica. En este campo, como en otras muchas realidades de la vida, no siempre confluyen deseo y necesidad. A menudo las comidas más placenteras no coinciden con las más saludables. Hablar con un profesional nutricionista te permite observar que, sin renunciar al placer, prioriza indudablemente la salud. Las empresas de alimentación suelen dar más importancia a los productos que se venden más fácilmente, aunque no sean los más saludables. He preguntado a una nutricionista si podía proporcionarme un par de criterios para tener en cuenta. Su respuesta, precisa y razonada: aumentar el consumo de legumbres acompañado de una disminución sustancial de carnes rojas y embutidos, y prescindir lo más posible de los precocinados. El motivo de fondo en los dos casos me ha parecido convincente. Socialmente, el mayor problema mundial es el hambre, situación inaceptable desde una óptica ética. Ahora bien, la comida es una realidad tan básica e imprescindible que en torno a ella se entremezcla un entramado complejo de intereses y de valoraciones.

La persona no es reduce a biología, sino que posee otras dimensiones esenciales, como son la mental, la afectiva y la conductual. Estas dimensiones también requieren ser alimentadas. La calidad de vida psicológica y espiritual de cada uno depende de la calidad de la nutrición que se le proporcione. Si se da prioridad a los criterios saludables, la persona podrá ser más feliz. Estamos preocupados por la ecología de nuestro planeta, porque su deterioro amenaza nuestro desarrollo sostenible. La ecología espiritual presenta motivos de mayor inquietud. Sus alimentos básicos son la verdad, el amor y la libertad. Nuestro entorno humano, social y espiritual presenta síntomas graves de gran deterioro. A nivel mental, la mentira, la postverdad, las difamaciones, las fake news, la falsedad… se multiplican y además se agigantan cuando las difunden los medios de comunicación y cuando un uso inadecuado de la tecnología se presta a ese juego. A nivel afectivo, el egoísmo, el odio, la polarización, el miedo, las fobias que adquieren mil rostros, el individualismo galopante, las tensiones internacionales… general malestar. A nivel conductual, la violencia, los asesinatos, las adicciones, el bullying, las violaciones, los conflictos bélicos… generan un mundo agresivo e incómodo. Los tres antídotos para neutralizar estos y otros aspectos negativos son la verdad, el amor y la libertad. Cuando los jóvenes no respiran estos valores surgen las autolesiones y los suicidios.

Grupos

Us ha agradat poder llegir aquest article? Si voleu que en fem més, podeu fer una petita aportació a través de Bizum al número

Donatiu Bizum

o veure altres maneres d'ajudar Catalunya Religió i poder desgravar el donatiu.