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Por Catalunya Religió .
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HOMILIA DG-QR-B02 (Mc 9,2-10)

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Mircea Elíade escribe en su obra magna «Lo sagrado y lo profano» que una hierofanía es cuando «algo sagrado se nos muestra», es decir, «la manifestación de algo" completamente diferente ", de una realidad que no pertenece en nuestro mundo "profano". »Por otra parte, el sociólogo Max Weber describió muy bien el proceso de secularización de nuestra sociedad occidental como un progresivo" desencantamiento del mundo ". En un mundo desencantado no hay hierofanías, todo es profano y susceptible de explicaciones profanas. Es la condición indispensable para garantizar el funcionamiento de nuestra civilización "científico". Qué queréis que os diga? A mí me parece muy coherente. O hay hierofanías, irrupciones de lo sagrado, y el mundo está encantado, o todo es profano.

Personalmente, eso que toda cosa, desde un guisante a un rinoceronte, es una chispa incandescente de lo sagrado, me cuesta visualizar. Me adhiero más bien a la desconfianza bíblica con respecto a una divinidad supuestamente chispeante. Dios es de los que hablan y se muestran poco, pero que cuando lo hacen es porque tienen algo que decir y, entonces, se hacen escuchar. Bien mirado, yo me inclino más bien por el desencantamiento del mundo y para que todo en nuestro mundo sea profano, excepto Dios, claro. Y si tenemos que reencantar algo que no sea el mundo sino las personas. Las personas, y no las cosas, se reencantar!

Quizás hay muchas maneras de reencantar las personas sin enajenarlas; sea como sea, la fe, cuando nos la tomamos en serio, es una de las más eficaces. Abraham tuvo que desencantar de un Dios capaz de pedir el sacrificio de Isaac y cuando entendió de verdad en qué Dios creía, entonces, se reencantar. Pedro, Santiago y Juan quedaron como encantados contemplando al Señor transfigurado, con Moisés y Elías a su lado, pero se tuvieron que también de desencantar y necesitaron mucho polvo, tres negaciones, un montón de dudas y beber un cáliz amargo que parecía no tener fondos antes de dejarse reencantar, esta vez para siempre y de verdad.

Claro que sí, hombre, dejémonos reencantar por Dios! Y veréis como el mundo, poco a poco, sin hierofanías extrañas, se nos va volviendo más habitable y el otro-el hermano! - menos extraño.

(El ambón és una recopilación semanal del blog "La homilia del Marc")

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