Hoy os dejo algunas imágenes que hablan por sí solas. Son cuatro fotografías de espacios de los años setenta, espacios comunitarios que se adaptaron según las necesidades celebrativas del grupo que los habita. De entrada nos sugieren algunas palabras: pobreza, sencillez, despojamiento, proximidad, comunión...
Todos estos valores son, efectivamente, valores evangélicos. Pero son también los valores del arte povera o el teatro ritual de aquellos años, que renunciaban a la ostentación y la riqueza en favor de materiales pobres, cotidianos, orgánicos, "auténticos".
El despojamiento formal de estas pequeñas capillas, más en sintonía con el arte abstracto o la arquitectura moderna, quiere constituirse en una apertura al misterio, al silencio, una purificación de las mediaciones demasiado gastadas por el tiempo.
La proximidad, tan buscada también por la gente del teatro, quiere materializar una experiencia de comunión. Se preferían los espacios circulares a los longitudinales, espacios donde se pudieran ver los rostos y sentir la comunidad. Y en el centro, la mesa eucarística, como un axis mundi donde Dios se hace presente en un trozo de pan.
Decía el papa Juan XXIII a un grupo de arquitectos franceses: "Introducid en las iglesias la senzillez, la serenidad y el calor de vuestras casas." Estas cuatro fotos me evocan este calor. ¡Qué bueno sería que no se perdiera nunca este espíritu!