Si el éxito de las ordenaciones episcopales se midiese por el nivel de apalancamientos durante la ceremonia, la de Sant Feliu tendría una buena puntuación. O si otra medida fuese la duración de la procesión de entrada de presbíteros, diáconos, abades y obispos por numerosa asistencia, también. Frivolidades aparte, la catedral de Sant Feliu de Llobregat ha acogido este sábado 30 de noviembre la ordenación del nuevo obispo, Xabier Gómez, un vasco que será el segundo obispo de una diócesis con veinte años de historia.
Liturgia solemne, cantos con corazón profesional, órgano y trompetas, retransmisión en directo por televisión y radio y numerosos representantes de estamentos civiles, sociales, políticos y eclesiásticos. Encabezados por el consejero de Justicia, Ramon Espadaler, y por el director general de Asuntos Religiosos, Ramon Bassas, también han asistido representantes del consistorio municipal, de otros municipios, del consejo comarcal, así como Eduard Sallent, jefe de Mossos de la Regió Metropolitana Sur, y el ex consejero de Interior, Joan-Ignasi Elena. 23 obispos, dos abades, 3 cardenales y numerosos presbíteros y diáconos de diferentes obispados catalanes.
Incluso un aurresku, la danza popular vasca, al término de la ordenación. Catalán, español y vasco en los parlamentos. Los padres y hermanos en el primer banco de la iglesia. Lágrimas, emoción y silencios en las palabras y aplausos, muchos aplausos.
El primer aplauso, por el obispo Agustí Cortés, el primer obispo de la diócesis y quien ha querido celebrar la elección del nuevo obispo remarcando "el gozo al conocer a la persona del candidato", una verdadera, ha afirmado Cortés, "presencia del carisma apostólico por esta Iglesia". Sin duda encontrará en él "la caridad pastoral que Jesús pidió a San Pedro y que encarna en la historia concreta el amor, sencillo y verdadero, del Buen Pastor", ha explicado.
También el nuncio apostólico de la Santa Sede en España y Andorra, Bernardito Auza, ha tenido unas palabras de aliento hacia el nuevo obispo de Sant Feliu. "El dominico viene con un gran corazón", expresó el nuncio. "En su carta de presentación a la diócesis lo dice claramante, anuncia la alegría y el Evangelio".
La homilía de la ordenación la ha predicado el cardenal y arzobispo de Barcelona, Joan Josep Omella. El cardenal ha espoleado al nuevo obispo a que no tenga miedo. "Amar es servir", ha explicado, "estar en continua búsqueda, y hacer de todo para ganarte a todo el mundo". "No tengas miedo", le ha pedido, "tienes al Señor ya la comunidad diocesana de Sant Feliu".
También ha querido recordar al nuevo obispo cómo el papa Francisco les pide amar a los pobres y los alejados. "Todos son compañeros de ruta y no adversarios", le reconoció. También ha querido remarcar que no se olvide de los curas. "Regala tiempo, cariño y atención porque cuidar a un cura es cuidar a un pueblo". Y ha finalizado con dos recomendaciones para el nuevo obispo.
"Sé un modelo en el hablar, en la integridad y en la fe, cuídate de ti mismo y sé constante". También ha querido recordarle la vida de San Domingo de Guzmán, fundador de la orden de los dominicos, a la que pertenece el nuevo obispo. "No olvides predicar con obras y palabras, pero sobre todo con obras", le ha pedido. Y ha terminado citando a Sant Andreu y pidiéndole que "sus brazos estén también abiertos para acoger a todo el mundo".
Durante la bendición del nuevo obispo, ya con mitra, anillo y báculo, y acompañado de los dos últimos obispos ordenados en Cataluña, el obispo coadjutor de Urgell, Josep Lluís Serrano y del obispo de Girona, fray Octavi Vilà, ha ido saludando, bendiciendo y sonriendo a todos los fieles. Unos fieles que han hecho una larga cola posterior para poder saludar y tomar fotos con el nuevo obispo de Sant Feliu.
