Un consejo de cardenales, pequeñas luces en la oscuridad
(Victoria Molins) El domingo es el día que puedo disfrutar de una lectura pausada del periódico, algo que los demás días de la semana no me es posible. Después de unas cuantas páginas que me encienden la sangre y de leer las sandeces de la Cospedal, equiparando los escraches o legítimas protestas de la gente indignada, aunque quizás no sean las más adecuadas, paso página y, de repente, me encuentro con una alegría. Y me la da, como últimamente lo está haciendo, el Obispo de Roma, nuestro hermano Francisco. Un primer paso en la tan deseada reforma de la Curia.