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Comentario al evangelio del domingo 32 durante el año. A.

Jesús predicó el Reino de Dios, un reino que había empezado (Lc 11,20), pero que no había llegado a su total realización. De entrada parecía que esta realización sería inminente: “Algunos de quienes son aquí no morirán sin haber visto el Reino de Dios” (Lc 9,27; también Mc 9,1; Mt 16,28) había dicho Jesús. Él mismo creía que la realización total del Reino no tardaría. Lo que parece cierto es que Jesús mismo experimentó una primera inquietante demora de la venida final del Reino.

Debe tenerse en cuenta que la caída de Jerusalén probablemente debía de ser conocida por la comunidad de Mateu como un hecho impactante y reciente que atizaba las expectativas de quienes viendo este hecho como la llegada del fin del mundo. Pero no llegó el fin del mundo ni la segunda venida de Jesús que parecía que cada vez se retrasaba más y esto provocaba decepciones y creaba problemas en la comunidad. Esta situación provocó que se iniciara una reflexión que permitiera marcar las pautas de comportamiento y la actitud que había de tener la comunidad durante una espera que se hacía incomprensiblemente cada vez más larga. En este marco se inscribe la parábola de las diez vírgenes que leemos en el evangelio de este domingo (Mt 25, 1-13).

En la parábola no se espera ni al Hijo del hombre (24,39), ni a un posible ladrón (24,43), ni al dueño de la casa (24,25) sino al Esposo. Hay que tener presente aquí la imagen de Israel como esposa del Señor, Dios de Israel. Es una imagen muy trabajada en la tradición profética (Osees (2,4; 2,21-22), Isaías (54,5-8; 62,4-5), Jeremías (2,2), Ezequiel (16,8-14. 32-34). Las jovenes representan aquí el Israel que sale al encuentro de su Señor / Esposo. Boda que tienen un toque de algo definitivo. La boda marca el encuentro último y definitivo con Dios. El banquete de la boda da que pensar en el banquete imagen de la salvación que Dios ofrece a todos los pueblos (Is 25,6-9). Las jóvenes, por lo tanto, son más que una imagen del Israel histórico, simbolizan la comunidad cristiana y en última instancia simbolizan toda la humanidad.

“La puerta quedó cerrada” (v.10). Un detalle insignificante, pero la puerta es muy importante. En cuanto al espacio marca muy claramente la separación entre los que están dentro y los que están afuera, una vez cerrada marca dos espacios infranqueables como si se tratase de los espacios infranqueables de la parábola de Lázaro y el hombre rico (Lc 16,26).

En la puerta juega también el tiempo. El tiempo en que la puerta está abierta y el tiempo en que la puerta está cerrada. En los banquetes que se hacían en tiempos de Jesús los invitados tenían derecho a entrar y ser recibidos al banquete mientras en la entrada de la casa estuviera colgada una tela que solía ser hasta el servicio del tercer plato. Había tiempo, pues, para entrar al banquete. Pero la puerta no permanece permanentemente abierta, llega un momento que se cierra. Esto quiere decir que no se puede estar permanentemente en la indecisión de entrar o de no entrar, quiere decir que hay que estar preparados (llevado el aceite) porque la puerta llegará un momento, tarde o temprano, que se cerrará.

Por eso la puerta es el equivalente al juicio. No es casualidad que en los tímpanos románicos encima la puerta de entrada haya una representación del juicio final. La puerta señalará quienes están preparados y quienes no en el momento decisivo y quienes reúnen las condiciones y quienes no.

En el Antiguo Testamento el aceite va unido con la unción que otorga el don del Espíritu del Señor. Este don capacita para llevar a cabo una misión. David es ungido por Samuel y una vez ungido (1 Su 16,13) recibe el Espíritu de Dios a fin de reinar y liberar de los enemigos a su pueblo. En el libro del Tercer Isaías el ungido recibe el Espíritu con una finalidad claramente liberadora de los más desvalidos (Is 62,1-2).

Las jóvenes de la parábola que tienen aceite son el equivalente de los ungidos del Antiguo Testamento que llevan a cabo funciones liberadoras. Las comunidades cristianas que tienen y conservan el aceite, símbolo del don del Espíritu, son las que han sabido llevar a cabo el proyecto liberador de Jesús. Esto las capacita para entrar al banquete del Reino.

Domingo 32 durante el año. 12 de Noviembre de 2023.

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