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Por Josep Gallifa .

(Artículo original publicado el 20/6/2011)

Las universidades de Deusto, Pontificia de Comillas y Ramón Llull organizaron conjuntamente el 16-17 de junio unas "Jornadas Universitarias de Innovación docente" en el marco de la colaboración estratégica que mantienen estas tres universidades en su común apuesta por el excelencia universitaria, concretada en el Programa Aristos Mundus 2015, para optar a la distinción por parte del Ministerio como Campus de Excelencia Internacional.

De las muchas comunicaciones e intervenciones interesantes me centro en describir y comentar brevemente la conferencia sobre los retos de la innovación en la educación que realizó el profesor Javier Martínez, gerente de Catenaria y experto en gestión del conocimiento. Fue una conferencia muy clara y un punto provocativa sobre cómo cambiar e innovar a partir de cambiar la concepción convencional que seguimos teniendo de la educación. Paso a explicar algunos de los puntos destacados de esta visión y a realizar un breve comentario.

Javier Martínez nos insistió, con datos y ejemplos elocuentes, en que las personas olvidamos buena parte de lo que hemos aprendido, y también que los contenidos que aprendimos en la escuela nos han sido bastante poco útiles. La escuela todavía está pensada para un tipo de mundo que, a juicio del conferenciante, ya no existe como era la sociedad industrial. Aprendemos aún con los moldes que un día se generaron para este tipo de sociedad. Aquí hay una crítica implícita de que en general no lo estamos haciendo bien. Esto nos interpela y es positivo.

Tenemos que cambiar la forma de entender la educación y la misma educación. Para este propósito expuso como la memoria humana retiene lo que experimentamos y para que esto ocurra se requiere que haya sorpresas, emociones, también errores y sobre todo acción. Hay que estar involucrado para aprender. Es más importante por tanto centrar la educación en el conocimiento de cómo se aprende que en enseñar. Y es que aprender-en palabras suyas-es un impulso, las personas deseamos aprender. Para aprender de esta forma hacen falta varias cosas: querer aprender, objetivos, hacerse preguntas, y práctica. Y esta última debe involucrar fracaso, reflexión y "feedback". Son pues importantes los desafíos que obliguen a pensar y movilicen a aprender.

Al final lo que piden las familias respecto a la educación de los hijos, también los empleadores que buscan candidatos para un puesto de trabajo o los propios estudiantes, coincide bastante: Lo que es importante aprender no tiene mucho que ver con los conocimientos sino con capacidades y actitudes personales, lo que ahora se denominan las competencias genéricas o transversales: responsabilidad, trabajo en equipo, creatividad, capacidades de comunicación, etc ... Javier Martínez nos presentó estudios muy significativos para ilustrar esta afirmación.

El breve comentario personal: Centrar la educación en la motivación natural para aprender en lugar de dedicarse sólo a transmitir conocimientos es sin duda un necesario primer paso. Bienvenido sea este paso que nos propuso Javier Martínez, pero no nos podemos conformar y quedarnos aquí. Es verdad que la humanidad se ha desarrollado gracias a esta motivación o-casi instinto-para aprender, pero también lo ha hecho a partir de aprender de la experiencia de los demás. Y la experiencia de los demás es también una experiencia narrada, contada, recopilada y escrita. Está muy bien esta búsqueda espontánea, desde cero, a partir de las motivaciones naturales, siguiendo el deseo de aprender, pero también hay deseo de aprender a ser. Y esto se da a través del mundo simbólico a partir por ejemplo de los mitos, las narraciones, los rituales, las artes, etc. que cada cultura humana tiene. No estamos hablando de transmitir conocimientos sino experiencia de vida, sentido y propósito.

Tuve la ocasión de hablarlo detenidamente con Javier Martínez y estuvimos de acuerdo. Brevemente: Si que es importante seguir la motivación para aprender, pero no lo es menos el aprender a ser. Por eso todas las culturas humanas tienen también tradiciones religiosas y espirituales que contienen esta experiencia colectiva de los que nos han precedido y que nos ayudan en el camino de aprender a ser.

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