Arquitecturas injertadas en el espacio sacro, dos ejemplos catalanes en la 14 Bienal de Arquitectura de Venecia.

Según informa el Instituto Ramon Llull, consorcio integrado por la Generalitat de Cataluña y el Ayuntamiento de Barcelona, Cataluña participa en la 14 ª Bienal de Arquitectura de Venecia con el proyecto "Arquitecturas injertada / grafting Architecture", comisariado por Josep Torrents y Alegre con el comisariado adjunto de Guillem Carabí Bescós y Jordi Ribas Boldú. El concepto de injertar consiste en insertar una parte de un árbol provista de una o más gemas en una rama o tronco de otro árbol de manera que se establezca entre ambos una unión permanente. Esta idea es retomada metafóricamente desde la arquitectura , en tanto que hay intervenciones sobre el patrimonio que injertan el viejo y el nuevo para producir un nuevo espacio.

De las quince obras que se presentarán en la 14 ª Bienal de Venecia hay dos que merecen atención en tanto que son intervenciones dentro del patrimonio sacro: La Capilla de Hospitalet (1981/84 , José Antonio Martínez Lapeña y Elías Torres Tur, en Ibiza. Imagen superior) y el Auditorio en la Iglesia del Monasterio de San Francisco(2003-2011 , David Closes, en Santpedor. Imagen inferior). Ambas intervenciones también son actuales e interesantes de cara al próximo 37º Curso promovido por la AADIPA, dedicado al Patrimonio Sacro , del que ya hablé de ella aquí .

Las dos intervenciones presentan características comunes a pesar de la diferente dimensión: se trata de rehabilitar espacios de antigua función sacra para reconvertirlos en espacios culturales. En el primer caso los elementos añadidos son mínimos y prácticamente se refiere a los acabados del espacio, mientras que en el segundo caso, dado su estado ruinoso, sí hay una apuesta para insertar nuevos elementos modernos dentro del espacio sacro que recuerdan la reciente intervención en la iglesia del convento de las Jerónimas a Brihuenga realizada por Adam Bresnik. (imagen inferior)

Desde un punto de vista pastoral, o "neo-evangelizador" como tiende a llamarse, es una lástima que estos espacios hayan perdido su sentido primigenio en tanto que ya no se celebra una liturgia ni se presentan como espacios devocionales (que "muevan hacia Dios"). Desde una óptica secular se cumple en ellos lo que decía Nietzsche: "¿Qué son estas iglesias, sino tumbas y monumentos funerarios de Dios?" (La Gaya Ciencia. Aforismo 125), ya que la envoltura de la nueva actividad cultural que se desarrolla queda muda como el corazón petrificado de un Dios muerto que ya no late en la sociedad. Depende ahora de la comunidad cristiana que se puedan musealizar o dar nuevos usos evangelizadores, aparte del litúrgico, a tantos espacios vacíos que esperan una misión. Si bien los casos que se llevarán a la Bienal de Venecia hablan de arquitectura injertada, también hay que pensar cuál es la respuesta arquitectónica a una "pastoral injertada".